Hay muchas ideas circulando acerca de las
relaciones entre mujeres. Una de ellas es que existe una terrible enemistad
entre nosotras: “No hay peor enemiga para una mujer, que otra mujer”. Y esta
disputa, según esta visión, es por los hombres, como si no tuviéramos
suficientes problemas para andar por la vida “peleándonos por los hombres”.
La segunda idea que circula sobre las
relaciones entre mujeres es que están mediadas por la envidia. De acuerdo a la
RAE la envidia es tristeza o pesar del
bien ajeno o como deseo de algo que no se posee, aquí ya no se trata solo
del ser masculino sino de atributos físicos, posición social, trabajo, y una
larguísima cadena de etcéteras.
Las feministas italianas de la Librería de
Milán, creadoras del feminismo de la diferencia aportaron reflexiones y debates
sobre las relaciones entre mujeres. Un aporte conceptual es la sororidad,
entendida como relaciones solidarias entre las mujeres. Viene de la palabra sorella que significa hermana y define
una relación interpersonal entre mujeres, tan antigua como el mito griego que
describe a Artemisa, Diosa de la caza, como la protectora de las jóvenes para
que no fueran raptadas, violadas y / o sacrificadas.
De acuerdo a las tradiciones del pensamiento
occidental, las fraternidades o hermandades entre hombres nacen de las alianzas
que éstos han realizado con los dioses y de quienes han recibido el poder de
mandar. En el libro del Génesis se narra el pacto que Dios hizo con Abraham,
quien recibió el poder legítimo para ser el jefe de su familia y de su pueblo,
así como el derecho de dictar los lineamientos y las decisiones sobre lo que
deberían o no hacer.
De estas alianzas con la divinidad nacen las
fratrías o hermandades, espacios dónde los hombres se alían y establecen
relaciones de dominación tanto en la esfera pública como en la privada.
La dominación no sólo es de género, sino
también toca la edad, raza, nacionalidad, etnia, religión, política, clase
social o económica. Las mujeres, atomizadas en la esfera de lo doméstico
quedamos excluidas del pacto. Pero romperemos este confinamiento, al emerger a
la vida pública (polis) y exigir nuestros derechos como ciudadanas. Y esto sólo
se puede lograr haciendo alianzas plenas de sororidad entre nosotras y viviendo
el affidamento, que es otra categoría
que aportan las feministas de la Librería de Milán y que se define como el
reconocimiento entre mujeres; valorarnos y admitir la autoridad y capacidad de
otras.
Los planteamientos políticos de las feministas
italianas con relación a las relaciones entre mujeres están plasmados en el
libro No creas tener derechos (1987)[1]. Parten de la tesis que la
grandeza femenina se ha nutrido de pensamientos y energías que circulan entre
mujeres. Plantean que la amistad, solidaridad y complicidad entre mujeres es
posible y será la fuerza transformadora contra el sistema patriarcal.
Para lograr esto es necesaria la educación
feminista y como lo propone la pedagogía constructivista: el “des-aprendizaje”,
porque la competencia y la rivalidad forman parte de la socialización en el
sistema patriarcal. La sororidad es una nueva práctica que
convoca a eliminar la idea de enemistad histórica entre mujeres.
Finalizamos con la frase de Kate Millet quien
dice que: “Las mujeres ponen mayor empeño en mejorar sus relaciones con los
hombres. Pero lo más importante es cambiar las relaciones con las mujeres”.
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[1]Colectivo Librería delleDonne (1987) Non credere di averedeiDiritti (No creas tener derechos) traducción para
RIMA y Safo Piensa de Gabriela Adelstein. Buenos Aires, 2004.
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