lunes, 17 de octubre de 2011

Manifiesto Feminista: Octubre 2011

Reconociendo y legitimando los derechos de las Mujeres Rurales en Guatemala

Para el movimiento de mujeres y feminista en Guatemala, exigir el reconocimiento y cumplimiento de los derechos humanos de las mujeres desde el Estado y la sociedad ha dio un reto, particularmente cuando las sujetas en mención son mujeres rurales.

A nivel internacional, es en la IV Coferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing (1995) que los diversos movimientos plantearon que los Estados deben documentar, reconocer y dignificar los aportes de las Mujeres Rurales a la economía, a partir de visibilizar el trabajo productivo, reproductivo y comunitario, así como su participación en el sostenimiento de la vida social y cultural de los pueblos. A nivel internacional, la Ley 42-2001 de Desarrollo Social indica en sus considerandos: "que el desarrollo social, económico y cultural de la población es la condición para que las personas accedan a una mejor calidad de vida".

En Guatemala, la apertura comercial de alimentos y las transformaciones en el campo a partir de la ratificación del Tratado de Libre Comercio (DR CAFTA) (2005) como punto cúspide del modelo neoliberal, implicaron para las mujeres rurales una serie de reconfiguraciones no solo en el espacio laboral (que supuso nuevas rutas migratorias, su inclusión en la economía de exprotación en plena desventaja salarial y sin respeto a la diferencia en las condiciones del trabajo continuamente asumido como mano de obra suplente o complementaria al trabajo masculino) sino en las relaciones sociales, en el sistema de producción campesina, en las formas de tenencia de la tierra, entre otros. No es ajeno, a este modelo neoliberal, el impacto que pueda tener en la vida de las mujeres la implementación del Acuerdo de Asociación de Centroamérica con la Unión Europea.

Los avances que para la sociedad guatemalteca supuso la llegada de los gobiernos revolucionarios en el período 1944-1954 al impulsar el Decreto 900 Ley de Reforma Agraria, la vigencia del Código de Trabajo, la seguridad social, el derecho a sindicalización, el voto para las mujeres alfabetas - y posteriormente a todas las guatemaltecas - etc., sucedidos tras una lógica democrática que revirtió el orden liberal redefiniendo el concepto de propiedad, se ven hoy estancados. Hoy por hoy, la aprobación del anteproyecto de Ley de Desarrollo Rural Integral, producto de debates y consensos entre sociedad civil y Estado durante casi una década, enfrenta recios obstáculos producto de la defensa de intereses particulares, entre sectores económicos y políticos.

La situación de las mujeres rurales en cuanto al acceso a educación, salud integral, trabajo digno, alimentación, créditos, acceso a tierra, entre otros, muestra en el contexto de avance del modelo neoliberal la puesta en práctica de formas discriminatorias tanto desde el ámbito político - al aplicar en mínima escala la Política Nacional de Desarrollo Integral de las Mujeres y el Plan de Equidad de Oportunidades 2008-2023, como en el económico y ambiental.

La contradicción de lo global con las formas de organización comunitaria se materializa en el uso/abuso de los recursos naturales que, como el agua, son fundamentales para la reproducción de la vida. La división sexual del trabajo ha obligado a las mujeres en este paradigma de desarrollo a asumir nuevos roles, a ser ellas las administradoras en una economía de subsistencia.

Para la Asociación de Mujeres para Estudios Feministas - AMEF - conmemorar el 15 de octubre como Día Mundial de las Mujeres Rurales significa repensar el impulso al desarrollo rural desde la experiencia y los conocimientos de las mujeres: campesinas, mayas, garífunas, xinkas, mestizas, jóvenes, ancianas.

Si en la reproducción de la vida, el cuidado familiar - que pasa por solventar las crisis alimentarias - es asumido mayormente por mujeres, para Nosotras, exigir una vida con dignidad supone desde el espacio de lo rural, ir más allá del discurso oficial centrado en el "acceso y disponibilidad de alimentos" pues en éste no se visualizan las necesidades particulares de las mujeres tanto en salud como en alimentación, sino se refuerza el rol de cuidadoras dejando de lado su bienestar.

Una vida digna para las mujeres rurales exige la recuperación de la agricultura campesina, un sistema alimentario diversificado, la organización reproductiva a partir de los conocimientos de los pueblos siendo éstos quienes la definen, el tratamiento de la salud-enfermedad mediante la medicina tradicional, contar con educación bilingüe e intercultural, en donde es fundamental visualizar el territorio como elemento de identidad, lo comunitario como estrategia de resistencia y como ámbito para la planeación estratégica de un modelo de desarrollo justo y digno.

¡Desde la AMEF reafirmamos nuestra apuesta política
por una vida libre de opresiones y desigualdades!

Asociación de Mujeres para Estudios Feministas
(AMEF)

Guatemala, octubre 2011

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